Por: Gery Vereau
En estos días, a propósito de los cuatrocientos años de "Don Quijote de la Mancha" que han celebrado en Nueva York, el PEN Club Internacional y el Instituto Cervantes hemos palpado la universalidad, y la devoción anglosajona, de las andanzas del Caballero de la Triste Figura y de su fiel Sancho Panza, para el que, no olvidemos, Cervantes reclamaba el agradecimiento del lector por que en él se resumían todas las gracias escuderiles.
Y no se puede menos que comparar las dificultades que pasan los traductores al francés, al ingles, al alemán o al Serbio, expuestas en la conferencia "El Quijote Global: reinventando a Cervantes", con las dificultades que pasamos con el idioma de Cervantes en esta parte de los Estados Unidos.
Pues con las diferentes formas que tenemos de comunicarnos en español, y se habla falsamente del hablar cubano, dominicano, mexicano, etc, muchas veces nos atrapan los malos entendidos de las palabras con connotaciones distintas en cada país, ante el poco ejercicio de un español universal. En este punto el idioma, el principal factor de unidad de nuestra comunidad, se convierte en un eficaz instrumento de tolerancia y de convivencia.
A la par el español se nos infecta cotidianamente de anglicismos y a mas de uno nos amosca las heridas que se le infieren al idioma. Para ello no se ha inventado mejor remedio que la lectura de textos como El Quijote y sus pares.
¿Y el ingles que? Ser bilingues es una gran ventaja en los Estados Unidos pues a la par que integrarnos a la sociedad nos da la posibilidad de tener una visión universal de las cosas. Y eso encarna muy bien el espíritu de Cervantes.
Sunday, April 24, 2005
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