Sunday, August 21, 2005

¿Donde comienza la Quinta Avenida?

Escribe: Gery Vereau

Son las 2:15 de la tarde en la legendaria The New York Public Library que aloja a la primera biblia impresa por Gutenberg, en la Quinta avenida con la esquina de la calle 42. A Yanice Martínez, quien trabaja aquí, en la tienda de souvenirs lo que más le gusta de esta avenida es el Central Park y las espléndidas tiendas y notables escaparates que la visten.

Lo que nos hace recordar aquel viejo dicho neoyorquino de que en la Quinta Avenida:
calle abajo los hombres trabajan
calle arriba las mujeres gastan.

Aristóteles Onassis, el multimillonario griego que desposó a la viuda Jackie Kennedy y que cuando se trataba de conquistar el corazón femenino (enamoró a la famosa cantante de opera Maria Callas, que por lo demás era casada) no escatimaba palabras, atenciones y, por supuesto, muchos regalos, debe haber estado de acuerdo con el dicho.

Más aún, le añadió uno de su vívida inspiración: ¨El dinero no tendría razón de existir sin las mujeres¨. Lo cuál no deja de causar el abierto regocijo de las esposas, novias o hijas (a una amiga dominicana se le abrieron los ojos al escucharlo. ¨Ese es un hombre inteligente¨ dijo) y cierto mal disimulado enfado en algunos.

Un caballero peruano, les cuento a propósito, andaba prendado hasta la inconciencia de una matrushka, amiga de su novia argentina, y jugó todas sus bazas en la conquista. De manera que se gastó el santo y la limosna en llevarla a comer al Hotel Plaza, en la Quinta Avenida. La muñeca rusa, embelesada, contó a la familia, a las amistades, a los compañeros de trabajo, su histórico almuerzo en El Plaza, en la misma mesa que alguna vez almorzó Frank Sinatra. Hasta el día de hoy andan juntos y ya hace un año de esto. ¨El dinero” dice “ no te engañes, me sirvió para abrir las puertas pero mantener viva una relación es cuestión de otros aromas, especias y sazonadores¨.

Seguimos camino y preguntamos a una señora que lleva un cartel ambulante ¿donde está el Empire State Building?, mítico edificio que antes de ser inaugurado en 1932 se pensó en llamarlo “The Old and The New¨, en el contexto de La Gran Depresión, me responde que lo puedo saber si le dejo antes un Tip, más adelante un vendedor de hot dogs me dice sin regateo que vaya ¨a la calle 34 con la Quinta Avenida¨. Gracias, pero vamos para otro lado.

Cruzamos la calle 42. En la acera derecha una pareja escoge, es la seguda vez que veo esto, tomarse una foto con el fondo de la imponente caja fuerte Mosler de la sucursal del Chase Manhatthan Bank. En el trayecto calle arriba, buscamos al saxofonista de aquella tarde estival en que, cuando las tiendas eran vacíadas de clientes, su jazz lleno de nostalgia y melancholia (una peculiar forma de ser feliz, similar a la música andina) paraba el caminar apresurado de los transeúntes al paso que le disputaba el espacio al viento. No lo encontré.

Un bosque de banderas norteamericanas que el viento (hoy es sabado 20 de Julio) las tiene quietas en el portal del Saks& Goldman Building nos mueven hacia el recuerdo de los 1900s, años de exaltación nacionalista, como quedó plasmado en el lienzo “July Fourt”, sombreros de copa por doquier, gentío alborotado, banderas flameando en las calles de Manhattan,del pintor impresionista estadounidense Childe Hassam.

Cruzamos la calle hacia el Rockefeller Center. Nos adentramos al vestíbulo donde nos recibe en recepción el panameño Gilberto McFarland. ¿Donde –pregunto- estuvo el mural de Diego de Rivera? Acto seguido nos abre un folder donde exhibe la foto del discutido mural (hay que decir que en ningún folleto se nombra el incidente pero los guías y Gilberto, hablan al dedillo del tema): ¨Lo que pasó es que a Don Nelson Rockefeller no le gusto la imágen de Lenin que insertó en el mural, entonces le pagó y ordeno destruir el mural”. Una replica autorizada se exhibe en el restaurant “Mama México” de Manhatthan, le digo. No lo sabía, me respondió sorprendido.

En el lugar del mural se exhibe ahora American Progress, del artista español José María Sert, que según la folletería oficial busca representar el desarrollo de los Estados Unidos en los últimos 200 años. Este mural, restaurado en los 80´s, es impresionante en la fuerza que trasmite. Nos habla de imbatibilidad, musculos, poderío, sometimiento, esclavitud, tension extrema, hijos cerca del hervidero, mujeres entregadas ciegamente, pugna por el dominio del mundo, enfermedad, lucha, derrota, victoria.

Por otro lado, hay sorpresas, antes del encendido decembrino del árbol de navidad del Rockefeler Center, se apertura, el 1ero de noviembre, el observatorio del Rockefeller Center, bajo un concepto distinto a los observatorios tradicionales , incorporando tecnología multimedia, seis niveles de acceso, ascensores que simulan lanzamientos espaciales, y la posibilidad de tener en el piso 70 una vista de 360 grados, sin obstrucciones, de todo Nueva York.


De nuevo en la calle los recuerdos se agolpan. El olor del zahumerio de octubre de la procesion del Cristo Morado saliendo de la iglesia San Patricio, el bullicio de la multitud de las paradas puertoriqueñas, irlandesas, chinas, dominicanas, italianas, cubanas, del Dìa de Colón, no nos abandonan hasta el Central Park donde al pie de las estatuas de San Martín y Martí tomamos agua, aire y descanso.

Y una nueva atmósfera, menos bullicio, aire purificado, del Central Park nos preparan la antesala a la zona de los museos como el Museo del Barrio, el Metropolitano, el Guggemheim, el museo judío, el museo de la ciudad de Nueva York y otros importantes museos que ponen a los pies del visitante lo más rico del arte universal.

Este día nos hemos puesto una venda imaginaria sobre los ojos y nos hemos dirigido directamente a la sala de fotografía del Museo Metropolitano de Nueva York. Nos destapamos los ojos frente a las fotos del recien fallecido fotógrafo Richard Avedon, específicamente en los retratos que hizo durante su recorrido por el otro Estados Unidos retratando personajes, como Roberto López trabajador petrolero texano, de los que raramente frecuentan las joyerias Cartier o Tiffany´s, quienes lejos del glamour de la política, del arte o del espectáculo, de los negocios, de los grandes nombres y las grandes firmas, hicieron posible el Sueño Americano.

Y bueno, aquí termina para nosotros, por hoy, la visita a la Quinta Avenida que parece comenzar y terminar en cada uno de nosotros, en lo que decidamos ver.

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