Sunday, January 09, 2005

Aves de Rapiña

por: Gery Vereau (*)

El lector que revisa los diarios de Nueva York de estos días se muestra un poco aturdido ante la avalancha de información que ha copado las primeras planas con la inmensurable tragedia provocada por el tsunami en Asia. No se recuerda tal deseo de saber, publicar y ayudar ante una tragedia ajena. Ello cambia radicalmente la imagen insensible y despreocupada que se tiene del neoyorquino, que aún vive el recuerdo del execrable atentado a las Torres Gemelas.

Más todos los desastres traen consigo sus aves de rapiña, en el del 9/11 los hubo.
Las pillerías, robo de dinero, joyas y automóviles fueron perpetrados -y sus principales autores descubiertos y castigados- en medio de la humareda, mezcla de cemento y restos humanos cenicientos. Igual sucedió durante la toma de Bagdad, con el saqueo de museos y edificios por la rapiña siempre alerta o durante el terremoto que sacudió Irán.

La tragedia de Asia no fue la excepción, pero que suceda en Suecia -hasta hace poco uno de los modelos del Estado de Bienestar-, donde "las plagas sociales" como el alcoholismo o la drogadicción y la criminalidad se creían eliminadas o sujetas a camisa de fuerza, es mal síntoma.

Si el Estado sueco decidió mantener reservada la información de la lista de los 2.500 suecos desaparecidos en Asia es porque sus casas y bienes estaban en peligro inminente de saqueo en su propio país. Esto revela los extremos a que ha llegado la criminalidad actual.

Es un mal de siglos, es inevitable dirán, y hasta citarán a Ortega y Gasset: El robo es un acto de amor por lo robado; pero callarse y taparse los ojos cuando la indignación hierve, no es lo mejor que podemos hacer.

(*) Publicado en el diario Hoy de Nueva York. el 9/1/2004

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