Por: Gery Vereau
¿Que hace que todos, en el mundo, nos sintamos atraídos como moscas por la luz de Nueva York y deseemos, tarde o temprano, vivir en ella?
Mientras paseo por la orilla del rio Hudson, en medio de la lluvia cantarina, alguien contempla el magnífico espectaculo nocturno de sus edificios con ojos de luciérnaga y dice en voz alta “Adoro Nueva York”, mientras señala su avenida preferida: “Si ese es el Empire State, entonces ese corredor de luz de la izquierda es de la calle 42”.
Algunos temen al invierno neoyorquino. “Estoy cansada del frío de Nueva York” se quejó la puertoriqueña Silvia e hizo maletas para Miami. El frío es buen pretexto pero ¿No será que no pudieron, como decía Freud, apoderarse de la ciudad, acto que hace caminándola y si se camina se soporta el calor, la lluvia y el frio?. Antonio Muñoz Molina, director del Instituto Cervantes de Nueva York y autor de “Ventanas de Manhatthan”, lo sintió así “Me gustaría acordarme de cada una de mis caminatas y de todas las ventanas a las que me he ido asomando en Manhattan…”
Hay quienes, en cambio, se apoderaron de la ciudad y no soportaron vivir en los rascacielos de la fama. Como aquel chico de Nueva Orleans, Truman Capote, autor de la célebre novela “A Sangre Fría”, que luego de convertirse en el niño mimado de la sociedad neoyorquina (dió una memorable fiesta llamada Blanco y Negro, cuya anfitriona fue nada menos que Katherine Graham, la dueña del Washington Post) terminó suicidandose con barbituricos, según la biografía de Gerald Clarke.
Con todo lo que atrae de esta ciudad es la promesa de una vida plena, su frenética actividad cultural y creativa, sus imponentes edificios, la posibilidad de ser y hacer, pero sobre todo la gran energía que mueve y envuelve a sus habitantes, nacidos o no nacidos en su suelo.
Un magnetismo que no se queda en la babel de Manhatthan sino que se irradia a sus condados como Brooklyn donde vivieron y escribieron José Martí y García Lorca, a Quenns donde nació Martín Scorcese, a Harlem donde trabaja Bill Clinton como a El Bronx donde vio la primera luz Jennifer López.
Friday, October 14, 2005
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