Friday, December 22, 2006

El Efecto Mariposa

por: Gery Vereau
El martes ha sido un día de sorpresas. Primero porque en el diario Hoy de Nueva York, donde se publica esta columna, se ha publicado un documento de la administración Bloomberg titulado PLANY 2030. Segundo, porque mediante este documento se comprueba que, en efecto, la ciudad de Nueva York no tiene un plan para el futuro y, tercero, porque nos revela que al el 2030, la ciudad estará desguarnecida, si no hacemos algo hoy.

De aquí al 2030 un millón más de personas vivirán en Nueva York. Se necesitarán otras 265,000 viviendas. 100 vecindarios necesitarán más áreas de recreación. El tiempo perdido por embotellamiento vehicular podría durar 12 horas al día. La infraestructura de agua potable tendrá un siglo. El subway deberá adecuar sus estaciones, carriles, trenes, iluminación de sus túneles y señalización. La demanda de electricidad se incrementará en un 25% y las plantas eléctricas tendrán más de 50 años de antigüedad.

Además, el promedio de temperatura de la ciudad aumentará dos grados y las probabilidades de tormentas violentas no serán lejanas. La contaminación ambiental crecerá. El asma seguirá siendo el primer problema de los niños, las aguas residuales se volverán más amenazantes y, si no hacemos nada, los antiguos terrenos industriales contaminados serán un hoyo negro en el crecimiento de la ciudad.

Todo ello lo dice el documento. Más ¿qué puede hacer el ciudadano común y corriente frente a esto? Parece que no mucho pues enfrentar todo eso demanda millonarias inversiones en infraestructura y mucho de ello estará en manos de urbanistas, ingenieros, arquitectos y planificadores.

¿Entonces hay que quedarse cruzado de brazos frente a todo eso? Naturalmente que no. A través de las audiencias públicas, dando una opinión, hablando a los amigos o vecinos o urgiendo a nuestros oficiales electos a que miren con nosotros el horizonte y nuestras necesidades como comunidad podemos participar de esta convocatoria al aporte de ideas que hace la municipalidad de Nueva York, formando parte de esa fuerza que se ha dado en llamar opinión pública.

Por lo pronto, el plan contempla que el crecimiento poblacional de la ciudad se producirá por el incremento de la población inmigrante, que no habrá una tendencia a abandonar la ciudad hacia los suburbios o hacia otras ciudades, que no aumentará significativamente la población de niños en edad escolar y que, por el contrario, la población de la tercera edad aumentará.

Aquí hay un primer punto para empezar. Si es que el Plan considera un crecimiento menor de la población escolar ¿Entonces la inversión en educación no será la primera prioridad en el Nueva York del 2030? La pregunta hay que hacerla porque la comunidad latina es, en promedio, la población más joven en la ciudad y los Estados Unidos, y es la población que tendrá mas hijos en edad escolar y también ...con asma.

Pero al lado de las opiniones, advertencias o aportes, que podemos dar cada uno en forma individual u organizada tal vez haya una manera más de participar mediante aquello que el meteorólogo neoyorquino Edward Lorenz bautizó como El Efecto Mariposa.

Dice la historia que Lorenz hacía un trabajo para la Academia de Ciencias de Nueva York y, como científico trataba de predecir el clima a través de fórmulas matemáticas, hasta que se dio cuenta que un insignificante cambio en el inicio de un fenómeno podría causar un cambio significativo. De allí se dice que el aleteo de una mariposa en Hong Kong o el Brasil puede desatar una tormenta en Nueva York. Esto se reflejó en un cuento de Ray Bradbury, El Ruido de un Trueno, en el que hace viajar al pasado, por diez mil dólares, al protagonista en pos de cazar animales prehistóricos. Al regresar de la cacería se dio cuenta que incidentalmente había matado a una mariposa y se encontró con que el presidente que había ganado las elecciones al partir ya no era el mismo cuando regreso, en la misma fecha.

Del mismo modo, cada acción pequeña, que a veces se hace en la intimidad, puede tener un efecto multiplicador que no se ve en el momento pero en el tiempo y en la suma de pequeños actos pueden significar un gran aporte. Tal vez cerrar la llave del grifo o de la ducha para que no corra el agua, apagando la luz que no es necesaria, saliendo unos minutos antes al trabajo, ahorrando un dólar al día, barriendo la acera de la casa, cuidando de no estropear las plantas y flores del parque, ayudando a un anciano a cruzar la calle o participando como voluntario en un proyecto de recuperación de terrenos de la ciudad o para construir un parque. Sólo hay que ponerle alas a la voluntad.

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