Friday, August 29, 2008

Doris Gibson, mujer de historia

Latinoamerica es tierra de mujeres bravías. Corajudas -de pies bonitos que pisan fuerte- bellas e indomables. Mujeres tiernas y determinadas al mismo tiempo.

Es un paraíso matriarcal, donde todo remite a la madre, desde la tierra hasta la educación, de la iglesia al poder. La tradición las sometió puertas adentro y para defenderse aprendieron a mandar en la sombra, pero aquellas que se atrevieron a poner el pie en la calle -es decir convertirse en ciudadanas- pasaron la mar y morena pero se dieron el gusto. Vivieron en la sal y la miel. Doris Gibson (en la gráfica en un óleo del pintor Sérvulo Gutiérrez) es una de ellas.

Las mujeres latinoamericanas irrumpieron donde menos se les esperó: Sor Juana Inés de la Cruz escribió con talento y erudición mostrando un amor casi carnal por Jesucristo en sus poemas, en una época colonial en que las mujeres no podían aprender a leer y escribir. Eva Perón cruzó las fronteras de su orígen hasta la Casa Rosada. Su figura llegó al culto y veneración. María Félix impuso, sumando belleza y carácter, su porte y temperamento en medio del aparente machismo mexicano.

Flora Tristán, de padre arequipeño y madre francesa, libérrima y levantisca, desafió las convenciones de su época llevando vida de mujer independiente y pensadora -no lo podía haber hecho sin el fuego misitiano corriendo por sus venas. Angela Ramos y Magda Portal, también desde las barricadas de la política, hicieron los mismo en el Perú.

Dentro de esa estipe de mujeres rara avis vive ya Doris Gibson, quien es como diría el fallecido líder aprista Manuel Seoane, polvo en viaje a las estrellas.

Fundó Caretas, revista peruana con 58 años de añejura, en un momento en que las mujeres no hacían ese tipo de cosas, y en ella ha dejado la marca de su existencia. No escribió poemas imperecederos, cuadros inmortales, teorías novedosas, porque vivió como si fuera un personaje de ellos.

Caretas es su criatura, siempre su cara nunca su cruz. En un país cómo el Perú, donde las instituciones son debiles y pusilánimes, que una revista como Caretas, que le gusta nadar a contracorriente, llegue a los 58 años de existencia, pese a las clausuras, deportaciones e intentos de ahogo económico, es casi un llamado de atención contra la apatía,la desidia y el dejar que los problemas que no tienen solución se solucionen solos.

Ello lo logró en base a perseverancia, hija del carácter, que, como sabemos, no es el mejor hábito peruano.

Caretas es una institución fáctica. No es casualidad que el Portal de Botoneros, actual sede de Caretas, se encuentre en la Plaza de Armas de Lima, en el mismo frente del Palacio de Pizarro, al costado derecho la Catedral de Lima y al izquierdo la Municipalidad de Lima. Los edificios monumentales suelen ser cara visible del poder que ejercen.

Y el carácter de Doris Gibson, cuya aura o magnetismo planea por la sala de redacción como dijo su actual director, Marco Zileri, es la columna de concreto que sostiene el edificio.

Es curioso que la relación del indoblegable Enrique Zileri con su madre haya sido tan franca y abierta como no se da en las familias peruanas. Recuerdo que en una entrevista, Don Enrique Zileri, decía palabras mas palabras menos, que ella no era su madrecita o su mamacita era Doris y Punto. Algo de eso sé, porque es el mismo trato que tengo con mi madre.

Trabajé más de 10 años como corresponsal de Caretas, en Chimbote y aunque nunca la ví en persona sentí de cerca esa aura mística sin la cuál no habría ese buen periodismo de estirpe liberal, de cuchillo y machete desbrozando el cañaveral de la política, que combina la elegancia y el buen gusto para los temas que lo merecen.

Si mal no recuerdo yo debo haber sido uno de los últimos que recibió un cheque firmado por Doris Gibson. El cheque con la firma de la mítica Doris Gibson estaba destinado a un cuadro para guardar un souvenir de su inmortalidad. Al paso de los dias, con mucho pesar, el cheque se destinó a comprarle un par de zapatos a mi hija. Creo que doña Doris lo hubiera aprobado.

Doris es una de aquellas mujeres excepcionales de las que uno dice: ¿Cómo puede ser posible que ella....?

2 comments:

Unknown said...

Bonito recuerdo, Gery. Doris marcó a una generación de periodistas, sobre todo a las mujeres. Yo fui muy afortunada de conocerla y trabajar con ella.
saludos
MEC

Anonymous said...

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